Tuesday, February 28, 2006

Entre amigas

Chica acaba de ser dejada por su chico. Él no quiere volver a hablarle porque le hace "mucho daño", ella adopta un síndrome obsesivo compulsivo, lo llora como nunca lloró a un muerto, satura su organismo con cocktails de Coca light y limón, ibuprofeno y capuccinos de máquina; con el dinero que le da su madre socióloga feminista para que consuele penas yendo de compras por Uma o Sybil Vane, piensa en contratar a un detective para saber qué es exactamente lo que sucedió.

Tirada en su cama, con el mismo pantalón de gimnasia de hace tres días, el pelo sucio y las sábanas desprendiendo un sabor a período; pasa de American Idol a una telecomedia de Pol-ka, hasta dar con un episodio de Sex and the city en Cosmopolitan, doblado al castellano. Al ver a Carrie decir "en Nueva York siempre estás buscando un trabajo, un apartamento o un novio, por qué no me conformo con dos de tres"; decide juntar fuerzas para salir de su pozo depresivo. Y lo consigue. O al menos logra asearse, ponerse un pantalón limpio y cambiar las sábanas.

Hay un ciclo de Rivette en la Lugones. Proyecciones en DVD. Dan "Julie y Celine van en barco". Pide un taxi y allí va. Pero a mitad de camino hacia la boletería, a quién ve sino a su ex, dándose besos franceses con una cool desgarbada, de anteojos de marco grueso, mientras esperan el ascensor. Huye. Llueve y las gotas se mezclan con sus lágrimas. Intenta llamar a un amiga, pero es día 30, y ya no tiene crédito en el celular. Entra a un locutorio atendido por un yugoslavo, o checoslovaco, o de algún país del este de Europa que ya no existe. La amiga tarda en responder. Antes de que se dispare el contestador, corta. Insiste. Su amiga la atiende. Ella balbucea algo ininteligible. Sólo se entiende el nombre de su ex.

La amiga responde: "estoy en la cama con mi novio, hablemos mañana. Besito".

Sunday, February 19, 2006

1941

En su imprescindible "Easy Riders, Raging Bulls", Peter Biskind se decantaba por un final de novela decimonónica a la hora de dar una resolución a su historia del Hollywood de los años setenta: prolongar la agonía a manera de lento adiós.

Mientras Lucas conquista al mundo con una saga que todos (o casi todos) pronosticaban como un fracaso anunciado que sólo podría captar la atención de intelectos infantiles (y tenían razón, sólo que resultaron DEMASIADAS ese mentes, y para peor en un gran porcentaje dispuestas a pagar por una butaca); Bogdanovich prolonga en Singapur el rodaje de "Saint Jack", Copolla en Filipinas el de "Apocalypse now!", Hopper y Friedkin ya habían arruinado sus carreras respectivamente en Perú ("The last movie") y en República Dominicana ("Sorcerer").

Pero también estaban quienes llevaban los excesos a los mismísimos estudios. Caso Spielberg con "1941". Película a la que sus productores quitan veinte minutos, de 35 millones de dólares ¡¡¡en 1979!!!, que en su primer fin de semana de apertura recauda poco menos de tres...

El resto de la historia es conocida. Spielberg se recupera del mal paso, primero con "Los cazadores del Arca Perdida", luego con "ET". Y "1941" queda como una curiosidad que sirve para rellenar espacios televisivos, en una versión mutilada tanto en metraje como en sus desquiciados y detallados encuadres.

Pero buenas noticias: 27 años más tarde, la edición en DVD del corte del director, con el encuadre original, muestra una vez más lo equivocado que vivió el mundo. "1941" es, probablemente, el trabajo más logrado de un director que cuenta con varias obras maestras: "Reto a la muerte", "Locaevasión", "Tiburón", "Encuentros
cercanos del tercer tipo", las mencionadas "Los cazadores del Arca Perdida" y "ET", "El imperio del sol", "Siempre", "Parque Jurásico", "La lista de Schindler", "Recatando al soldado Ryan", "Inteligencia Artificial" (una vez más, tenías razón, Antares), "Minority report", "Atrápame si puedes", "Guerra de los mundos" y (hasta el día de hoy) "Munich".

El argumento es conocido: una mujer se desnuda en la playa (como en "Tiburón"), nada mar adentro (como en "Tiburón"), siente que está siendo atacada por "algo" (como en "Tiburón") que resulta ser el periscopio de un submarino que emerge. Lo que sigue: una historia coral de pandemonio y paranoia sobre una alianza nazi-japonesa que luego de Pearl Harbour decide invadir Hollywood.

Que no sería trillado que la haya tenido en cuenta (muy en cuenta) el sobrevalorado Burton a la hora de su "Mars attack!". Pero no se trata de un niñato que juega a reirse de lo demodé, sino más bien de una comedia entre naive y nostálgica, de las que tan bien le salían a John Landis (quien por otro lado cuenta con un cameo).

Y ahí están un ventrílocuo que vigila desde una rueda de la fortuna inmóvil, un piloto mitad psicótico irrecuperable mitad débil mental (el gran John Belushi), una reportera que sólo se excita arriba de un avión y el asistente de un general que trata de seducirla robando uno, el general en cuestión que llora al ver "Dumbo", una bronca entre marineros y gendarmes y latinos vestidos como proxenetas, Toshiro Mifune como comandante del submarino japonés y Christopher Lee como nazi (hablando toda la película en alemán), el peckinpahneano Warren Oates como otro militar no menos excéntrico, Ned Beatty como un padre de familia que, gran curiosidad, sirve como réquiem para hablar del peligro que implica el uso de armas entre civiles, en la película de un director que en la remasterización de "ET" cambió los revólveres por walkie-talkies, y que en "Guerra de los mundos" muestra apenas un revólver entre la población del principal Estado armamentista.

Por algo, cuando le ofrecieron un rol, John Wayne desistió e hizo saber que el guión de Zemeckis&Gale (futuros responsables de las "Volver al futuro") le parecía una falta de respeto a los veteranos. Y lo mismo el presidente de la NRA, Charlton Heston.

Soy Cuba

Amigo inaugura muestra de fotos tomadas en un viaje que hizo a Cuba. El viernes. Más de treinta grados de térmica. A las ocho en Ghandi (con esto quiero decir, hora pico en el centro de la ciudad). Había un anciano nacido en la isla, defensor de Castro, que cantaba con una guitarra electroacústica. Me dijeron que suele aparecer en un programa de música cubana que conduce Raúl Portal. ¿Cómo se explica la asociación entre un procastrista y el secretario de medios del General Videla? Bueno, si la Junta vendía el excedente de trigos a la Unión Soviética... Pero sólo me comenatron que el anciano también reivindica la figura de Portal. Y ofrecí cinco pesos a quien gritase en medio del show "¡¡¡Fidel culeado!!!"; pero ni siquiera hubo quien se dignase a rechazar la primera oferta. También había un fotógrafo que tomaba camaraderilmente retratos, para luego pedir nombre y dirección y un pago equivalente al de los honorarios de Richard Avedon o Robert Cappa. También se veía a unas chicas con uniformes ajustados, sirviendo vinos de una bodega que auspiciaba el evento.

En el momento en que descorcharon un champagne en una mesa vecina, una rubia comentó que su novio (músico, presente ante ella) tomaba recaudos extremos a la hora de abrir una botella, para que el corcho no cayera sobre ella y alguien mencionase la mitología según la cual, lo que sigue en esos casos, es el casamiento. Y lamentó delante de todos que su novio no se quisiera casar (todavía).

A las diez y cuarto dije que mi carruaje se estaba por convertir en calabaza. Es que en casa tenía en DVD con la versión restaurada (corte del director) de "1941".

Proyecto editorial

¿Qué tal una colección de libros cuyo denominador común sea que los autores hayan aparecido o sido mencionados en algún episodio de The Simpsons?

Estarían John Updike como ghost writer de las memorias del payaso Krusty; Thomas Pynchon negándose a escribir una reseña de contratapa para la novela de Marge; Eudora Welty como vencedora legítima del concurso de eructos del bar de Moe; Robert Frost siendo humillado en el show del mencionado Krusty; William Faulkner como guionista del serial cinematográfico en el que supo actuar Moe de niño; Maya Angelou respondiendo una pregunta sobre armamentos formulada por Lenny y que intentó contestar Tom Clancy; Robert Pinsky cuando Lisa se hace pasar por universitaria; Saul Bellow como excusa para que el rabino Krustovsky asista a un almuerzo en el que se debe reencontrar con su hijo; Sartre y Camus como rima del crítico Jay Sherman para seducir a las hermanas de Marge ("Camus gusta de la mouse y Sartre del vinagre" -a lo que Homero responde "Scooby Doo me habla de tú, y Jimmy Carter tiene carácter"); Norman Mailer como novelizador del guión de la película de Tommy y Daly; Stephen Hawkings de visita por Springfield.

La colección contaría con un apartado dedicado a libros de estadistas: Al Gore celebrando que alguien (Lisa) compró un ejemplar de su obra; Gorbachev viendo a Bush padre luchando con "gordo local"; Bill Clinton acosando a Marge y el propio Bush padre frustrado cuando Bart destruye el único ejemplar de sus memorias (lo cual debe ser real, porque nunca fueron publicadas tales).

AGREGO COMENTARIO DE CECILIO QUE MERECE LUGAR:

"Te olvidaste de Gore Vidal! "Niñas, Lisa, los niños besan niñas."

Tambien de Stephen Jay Gould (no) analizando el angel, y unos cuantos clasicos: Walt Whitman ("Hojas de hierba mis polainas!"), Edgar Allan Poe (Juan Topo destruyó su casa, por no mencionar "El cuervo"), William Shakespeare (zombie en uno de los primeros Noche de Brujas), Sor Juana Ines de la Cruz (la muñeca Lisa Corazon de Leon tiene su inteligencia), Mark Twain (Burns tiene la unica foto de el desnudo) y seguramente muchos mas.

Tambien Agatha Christie, porque Gorgory lee un libro de ella para orientarse al investigar el asesinato de Burns. Pero no porque el vendedor de hamsters le diga a Lisa cuando ella pide el mas inteligente "este escribe novelas policiales bajo el pseudonimo de Agatha Christie", porque en el original el escritor mencionado es J. D. McGregor".

Thursday, February 16, 2006

La dama dijo no

Recordaba una historia familiar. Una tía de mi madre se iba a morir en cosa de un mes, y al contárselo por teléfono a su hermano, no fue éste quien le ofreció consuelo, como sería lógico; sino que él se largó a llorar y ella (calva y con los dientes podridos) le dijo "ya, ya, no es nada...".

Pensaba en cierto tipo de amor no correspondido. Es claro que la dama dijo no, pero el rechazo le pesa más a ella que al perdedor. A quien al menos le queda el consuelo de saberse infeliz, pero con dinero para CDs que en caso de haber estado en pareja hubiese gastado en cenas y flores.

Y queda, todavía, un proceso más doloroso. No tanto que él tenga que olvidarla, que aceptar las circunstancias; sino el preciso instante en que ella descubre que el tiempo ha pasado y que dejó de ser el objeto de amor no correspondido.

Clarice

Supongo que un indicio del paso del tiempo consiste no tanto en concretar acciones que nos prometimos no llevar a cabo, como en hacer cosas que nunca imaginamos que podrían llegar a suceder. O sea: ayer compré un libro editado por Adriana Hidalgo.

Nada personal. Pero su catálogo de estudiante de Letras tan pobre como jactancioso, que no lee en idiomas extranjeros y se muestra fascinado por la edición nacional de la Inrocks, aunque el único número que haya leído fuese del año 99, en una ocasión en que tuvo que cortarse el pelo y su bolsillo sólo permitía Academias Oli (y en realidad no era una Inrocks, sino una Rolling Stone, pero en fin); más que seducir recuerda que la devaluación de este horrible país pronunció no sólo su crisis económica, sino su vulgaridad e ignorancia.

Pero echando un vistazo por la red me topé con una frase: "O inferno pelo qual eu passara -como te dizer?- fora o inferno que vem do amor. Ah!, as pessoas põem a idéia de pecado em sexo. Mas como é inocente e infantil esse pecado. O inferno mesmo é o amor... sexo é o susto de uma criança". Clarice Lispector. Acto seguido: investigar qué se consigue y por dónde empezar. Sus crónicas del Jornal do Brasil reunidas en "Revelación de un mundo" parecían la mejor opción.

Y ahí están. Ocho años de textos en los que se habla de los más diversos temas: desde empleadas domésticas y taxistas al desinterés por los géneros en pos del misterio. Pasando por anécdotas, cartas, amigos, pensamientos veloces, una nota al linotipisma en que se le pide por favor que no cambie la puntuación en los textos, porque sería atacar la respiración de la autora. Raro que sea una protegida de los chicos (y sobre todo chicas) de Letras. Mientras que éstos se esfuerzan por dar una imagen de vivir el arte por el arte (todavía recuerdo a un ligue que, al correrla, me dijo "sólo me queda la literatura..."), Clarice insiste con que lo hace nada más que por dinero ("Escribir es una maldición"), y que piensa seriamente en dejarlo, dado que cada vez le cuesta más aumentar los niveles de crueldad necesarios para describir el mundo.

Aunque Clarice aclare que no se droga ("Quiero estar alerta, y por mí"), hasta cierto punto podríamos hablar de psicodelia. Un fragmento al azar: "No, quien tiene razón es este corazón mío indirecto, aunque los hechos inmediatamente me desmientan. Paseíto suena a muerte segura, y la cara espantada está con un ojo sin brillo que mira a la luna llena de sí".

Wednesday, February 15, 2006

Lujuria

Por diciembre pasado, alguien me dijo que “para ser trasgresor hoy en día, se necesita pudor”. Olvidé la frase hasta que, cenando sushi en casa de una amiga très chic, mientras la anfitriona sucumbía a un ataque obsesivo-compulsivo que la llevó a barrer el parquet; una amiga suya, rubia sumamente apetecible, se recostó en un sillón blanco. Y mientras me hablaba, yo, de pie, fumando un cigarrillo; de pronto se asomó por su escote un pezón. Nada excitable. Lo más parecido a una madre cool que amamanta a su niño frente a Plaza Armenia, despreocupada por los transeúntes que miran.

Claro que a medida que hablaba, cada tanto cerrando los ojos, estirando su cuerpo en el sofá; el pezón se convertía paulatinamente en un pecho con marca triangular del bikini. La dueña de cada continuaba barriendo.

A los pocos días, la rubia del sofá tuvo la gentileza de invitarme a su cumpleaños. Al enseñarnos la casa a un grupo de personas que asistíamos por primera vez, nos mostró su habitación: casi no había muebles ni ornamentos. Una cama, las puertas de un guardarropas con el que se podría vestir a todas las mujeres africanas que han sufrido violaciones, y una ampliación en blanco y negro, colgada de la pared, de ella desnuda de perfil, sentada, mientras era penetrada por su ex novio.

“Hace treinta años se podía escandalizar a través de un lenguaje sin inhibiciones; pero actualmente nos encontramos ante un nivel de exposición de la vida personal, en el que no se discrimina qué cosas mostrar y qué no”, recordé que me habían dicho también.

Gula

Los coleccionistas son como los héroes de la Resistencia: DEMASIADOS se asignan la característica, pero no son tantos los que realmente estuvieron ahí. Sólo los fraudes se pueden jactar del rol. No hay nada placentero en haber sido torturado por la GESTAPO, ni en haber invertido tiempo y dinero en la acumulación como salvoconducto de una vida miserable.

Para ser coleccionista se necesita, por sobre todas las cosas, un carácter metódico y al mismo tiempo desquiciado. Moranis (llamémosle así) es el mejor caso: durante la bonanza económica del menemismo no compró una propiedad, ni un auto, ni siquiera viajó a Europa, pero probablemente quintuplicó sus discos de vinilo (mientras otros carecimos del talento para focalizar en un objeto en concreto y llevar la obsesión al límite, y en cambio acumulamos historietas, vinilos, ahora DVDs.; de todo y nada).

Ir con Moranis a Parque Rivadavia era tomarte tu tiempo para decidir si después de todo un LP de Fifth Dimension justificaba gastar cinco pesos, mientras él se hacía con Frankie goes to Hollywood, los goles del Mundial 78 relatados por José María Muñoz, un simple de Ray Coniff con el leit motiv de la serie “S.W.A.T.”, Christopher Cross, la octava o novena parte de “Campanas tubulares”, una edición de “Frampton comes alive” en mejor estado que las tres que ya poseía...

Una vez que daba por terminadas sus compras, Moranis encontraba sin mayor esfuerzo el puesto de salchichas y hamburguesas más asqueroso de toda la zona, y hacia allí iba. Alguna vez me había contado que sus problemas con el sobrepeso, empezaron cuando tomó el hábito de ir a un Pumper Nic luego de finalizar sus compras de la semana.

Todavía recuerdo los últimos meses de 2001. MUSIMUNDO liquidando y Moranis bailando en la proa del Titanic. Llegó a viajar a Córdoba para un recital cuando la verdadera excusa era darse una vuelta por las sucursales de la cadena. Un domingo en que había quedado en almorzar con su madre, fue primero a la sucursal de Lugano; y cuando supo que había un disco de Mandes a tres pesos, pongamos, en una sucursal de La Florida, Moranis improvisó que acababan de asaltar a un amigo y que quería acompañarlo a hacer la denuncia, con tal de cancelar su compromiso e ir por más.

Los años que siguieron no fueron nada felices para Moranis. Desde su monobloque en Caballito, de vez en cuando piensa qué sucedería si el Gobierno de la Ciudad decidiera prescindir de sus servicios como burócrata. Tendría que poner sus discos en cajas, y pedir a amigos con espacio que se las tengan en algún desván.

Ira

Camino a la privada de “Buenas noches… y buena suerte”, al reducir la velocidad siguiendo el sentido del tránsito, un auto avanzó por la perpendicular y dio en mi guardabarros izquierdo. Hora pico. Ningún policía en la zona. No hubo más opción que solucionar el problema como caballeros, aunque todo lo que deseaban mi metro ochenta y tres y mis más de noventa kilos era que el niñato alfeñique tuviera que acudir a algún tipo de cirugía reconstructiva.

Mientras intercambiábamos los datos del seguro, no resultó sorprendente que el registro fuera de los de principiante que entrega el Gobierno de la Ciudad. La gestión Ibarra ha desarrollado un mecanismo más que efectivo para lograr la continuidad de la política que mejor la caracteriza: sumar muertos.

Judío. Cómo no pensar en el chiste de un viejo PC que sostiene que “decir judío de mierda es una redundancia”. Tenía todo el aspecto de familiar pobre de los Schmidtberenson joyeros. El primo al que invitan al country Tortugas sólo una vez al año, para el cumpleaños de una bobe que recuerda a su madre lo mal que se casó, lo estúpida que fue al rechazar al hijo de los Roigman, ahora dueño de locales de informática y casado finalmente con la hija solterona obesa de Sarah Hirschbenstein, de los Hirschbenstein del bufete de Hebraica. Cómo contener el comentario: “si los aliados hubiesen llegado a Dachau cinco minutos más tarde, tal vez nos hubiésemos salvado de un descendiente que no sabe conducir”.

Sería una obviedad deslizar que la ira existe como estallido, pero también como violencia menos contenida que invisible. Que no se traduce en Joe Pesci clavando un tenedor en la aorta de un gangster, sino que es mucho más asequible a la vida cotidiana.

Desde algún lugar muy oscuro despierta un sentimiento que representa todo aquello que técnicamente detestamos. Y cuando está ahí, no hay lógica ni pose ni lucidez que la contrarresten. Necesitamos de ella, de hecho. Al menos de vez en cuando.

Friday, February 10, 2006

No la nombres...

Hará cosa de un mes, tuve una especie de no-cita con una egresada del Nacional Buenos Aires. Obviamente vimos Rohmer en el MALBA, hablamos de nuestros autores favoritos, discutimos porque yo sostuve que "Forrest Gump" y "Rescatando al soldado Ryan" entran en la categoría "obra de arte", cenamos en un lugar cercano a Bulevar Charcas, y cuando recordé que había perdido mi paraguas, era demasiado tarde para recuperarlo. Nada trascendental de no ser que a) el paraguas no era mío, sino del padre de una amiga que me lo prestó un día que pasé por su casa, y que de pronto se desató una tormenta de las que sirvieron para sumar más muertos a la gestión Ibarra b) era un Totles, o sea, hablamos de cien pesos, base...

Obviamente, si uno es un perfecto imbécil que no sabe cuidar lo que no le pertenece, sería absolutamente trillado echar la culpa a otra persona, más en condición de "fúlmine" o, como se suele decir, "yeta". Pero ayer... mientras Galán Calvo apoya su bandeja de Burger King con un café, pronuncia el apellido de mi no-cita a manera de chiste, y la bandeja se inclina, el café pierde el recinto y el líquido cae en su traje de entrevista de trabajo grupal... Según dijo, quemándole un testículo. Y cuando fue al baño a intentar algo así como limpiar las manchas, un anciano que fumaba un cigarro en una mesa del local, le dijo "pedí otro, te lo tienen que dar gratis...". Por las dudas, no vuelvan a mencionar el apellido de mi no-cita...

NOTA: como no tenía tiempo para pasar por su casa previo ir al teatro, Galán Calvo llamó a su mucama para que le separase una ropa limpia, y luego a un amigo con el que se encontraría en el Complejo La Plaza, para que la pasase a buscar y se la llevara. Hoy envió un mail contando que se cambió en el baño de un estacionamiento sobre Sarmiento, a media cuadra de Talcahuano.

Wednesday, February 08, 2006

Sobremesa

Hablando sobre un artículo muy estúpido firmado por una joven promesa del periodismo cultural, asiduo colaborador de un diario "combativo" devenido en medio de propaganda oficial del actual gobierno; alguien comentó que el tal imbécil resume dos condiciones muy particulares: es homosexual y egresado del Colegio Nacional de Buenos Aires. Otro comensal agregó: "o sea, le rompieron el culo y la cabeza..."

Tuesday, February 07, 2006

Macauley Culkin

Los viejos amores son como la carrera de Macauley Culkin al filmar "Mi pobre angelito". No fue objetivamente grandiosa, sino que comparativamente con lo que vino después ("Ricky Ricón", "Me las vas a pagar, papá" -con Ted Danson), idealiza un tiempo pretérito bastante desastrozo.

So oh lord, won’t you buy me a BMW?

Pobres en un país de pobres, el miserabilismo de este asqueroso punto geográfico tal vez ya no pase por saber que, aunque trabajemos durante el resto de nuestras existencias, difícilmente podamos tener un BMW. Sino porque, a tiempo real, el mejor salario difícilmente permita la adquisición del DVD con los cortometrajes auspiciados por la compañía. Dado que, en fin, los discos vienen de “regalo” con la compra de un BMW…

Por fortuna existen los programas de archivos compartidos, y como en éste país tampoco está muy institucionalizada la adquisición de pantallas de plasma que requieran de una resolución de diez mil dpi, la calidad es lo mejor dentro del mal menor. Lo cierto es que ahí están, los ocho cortometrajes de la serie “The hire”, con Clive Owen interpretando a un chofer/agente secreto/mercenario, que supera las contingencias más impensadas (gracias, por supuesto, a que conduce un BMW).

Y ahí están, también, un grupo de directores que (a excepción de Guy Ritchie) siempre tienen algo muy interesante que contar: el difunto John Frankenheimer inaugurando la saga con una superpersecución; el oscarizado Ang Lee repitiendo persecución en clave de escolta de un monje budista niño; Wong Kar Wai otra vez confundiéndonos, aprovechando la voz de Owen para incluir un relato en off, y aprovechando su primera película en inglés para incluir a dos brillantes serie B como Mickey Rourke y Forrest Whitaker; Alejandro González Iñárruti en clave mex-zen, transportando al conductor a Centroamérica para pasar a la frontera a un fotógrafo que retrató una mataza (Stellan Skarsgård); el mencionado Guy Ritchie y ¡¡¡Madonna!!! burlándose de lo mala actriz que puede ser ella y lo mal director que es él; Tony Scott inspirado (tal vez) por una sustancia muy rara, o cómo justificar su corto con James Brown (sí, el James Brown de “I feel good”) reencontrándose para negociar su contrato con el diablo (Gary Oldman –sí, el Gary Oldman cerdo asqueroso de la DEA que mata a la familia de Mathilda) y echarlo a la suerte a través de un carrera en la que (por supuesto) el conductor se luce con su BMW; y last, but not least, John Woo y el subestimado Joe Carnahan (Narc) dando una clase magistral y demostrando que si hay un género cinematográfico que no necesita de jerga académica para refutar las sentencias a muerte por parte de Godard, Sontag & Co, es el de la superacción.

Comentario aparte merece Clive Owen, como héroe nunca enfocado del cuello para abajo. Ver un episodio de “The hire” seguido de otro, y quedarse con ganas de más, es la mejor evidencia del error que cometieron los productores de la nueva James Bond, al convocar al mucho más blando (y rubio) Daniel Craig, en vez de hacer de Owen el primer Bond cockney (y levemente gordo). Tan capaz de reírse de sí mismo que cuentan que, durante el rodaje de un bodrio insalvable llamado “Beyond borders”, Angelina Jolie le dijo que era muy cachondo, y Clive simplemente dejó estallar una carcajada.

El secreto mejor guardado de Italia

Haciendo zapping por octubre o noviembre del año pasado, sintonicé Rockpolitik: programa de variedades conducido por el actor, cantante, showman y mito viviente, Adriano Celentano. Una mujer hacía un show de stand up comedy. Si existiera un detector de sarcasmos, pues éste habría estallado durante la emisión. La mujer hablaba de Berlusconi, pero también de “Porta a porta”, un programa político que se puede ver por RAI Internacional, en el que un periodista del stablishment llamado Bruno Vespa, lleva figuras a las que brinda toda su obsecuencia y la de su panel de doctores y licenciados que se muestran a favor de la educación y en contra del hambre y la guerra.

Hablando con un usuario de mi programa de archivos compartidos, me enteré que la tal mujer se llamaba Sabina Guzzanti, y que pertenece a una camada de humoristas de algún modo discípulos de Darío Fo (Beppe Grillo, Neri Marcoré, Corrado Buzzanti, Daniele Lutazzi). Que a diferencia de nuestro cómicos, que primero se muestran tan listos y luego demuestran que tienen tan poco por decir…, se consideran a sí mismos “bufones”, cuando encarnan la única oposición real a la gestión Berlusconi. De hecho, haciendo una investigación por la red, también me enteré que Guzzanti acababa de estrenar un documental titulado “Viva Zapatero!”. Que dada la estrecha difusión que tuvo en Italia a raíz de diversos boicots, era distribuido gratuitamente por la red.

Y buenas noticias: a pesar de repetirse los comentarios que se refieren a Guzzanti y su documental como “la Michael Moore italiana”; nada más lejos de la mentira, la megalomanía y el sentido común obsoleto del realizador de “Roger and me”.

Por empezar, a diferencia de Mickey, Guzzanti no aborda cuestiones que adolecen de gigantismo al ser resueltas con una ironía rudimentaria, como la decadencia de la industria automotriz en Michigan, el uso de armas entre civiles o la política internacional que encabeza George Walter Bush. “Viva Zapatero!” es más bien un diario íntimo en el que se reconstruye una experiencia en particular: la de la propia Guzzanti, al ser convocada por la única subsidiaria de la RAI cuyo directivo no responde al Presidente del Consiglio. El resultado, un programa satírico titulado Raiot. Que luego de su primera emisión, es sacado del aire por vulgar, y por falta de respeto a la investidura presidencial. Lo cual da inicio no tanto a un debate sobre la radiodifusión pública como a un diálogo en torno a los sentidos de la sátira y el humor.

En este sentido, el título es una alusión a una izquierda y centroizquierda malhumoradas, tan plagadas de buenas intenciones como de hipocresía y falta de pragmatismo a la hora de oponerse a un Poder que no tiene nada de virtual.